Aspectos psicológicos en la conducta adictiva hacia los alimentos.

Aspectos psicológicos en la conducta adictiva hacia los alimentos.


Tengo el agrado de presentar a la Lic. Natalia Mendonça*, quien desarrollará este tema. 

*Sobre la autora: Lic. en Psicología (UBA)  Natalia Mendonça  MN 43119 MP 83336. 
Lic. en Psicología, egresada de la UBA. ex docente de Cátedra I de Escuela Francesa (UBA). Maestría en Psicoanálisis APA-USAL. Consultorio particular. Miembro Fundadora del Grupo Psicoanalítico del Oeste. 
IG. nataliabrenda2020 


¿Por qué comemos? 

Para preservar la vida.

¿Por qué comemos de más? 

Porque nos da placer, y por otros motivos que se explicarán a continuación.
El alimento preserva la vida y junto con esta condición se desarrolla el encuentro con un otro fundamental que lo nutrirá tanto con alimentos como con su particular amor, alejándose de la muerte porque lo desea y lo desea vivo. Así el amor de un otro, en general la madre, ingresa en nosotros.

¿Cómo se alimenta a un niño? 

Se le da junto con cada cucharada algo más que comida, la cuchara irá cargada con las posibilidades de esa familia en ese momento, es decir, si hay un momento depresivo, si logran tener fuerzas para salir adelante, si en cambio bajan los brazos, si hay amor, si hay hostilidad… todo esto entra en esta cuchara que irá alimentando y formando la subjetividad del niño que aún no sabe quién es él, o como se suele decir “aún le falta un golpe de horno”, le falta madurar, crecer.

El bebé nace en un estado de indefensión radical. No está en condiciones de resolver las urgencias que le impone la vida, no logra por sí solo alimentarse, ni moverse, ni resolver las molestias ni menos aún comunicarse a través de la palabra. Estos aspectos darán un valor particular en la unión con su madre que ante el más grave desvalimiento ella parece salvándolo del caos. Imaginen la escena en que luego de atravesar las fiestas de fin de año alguien le trae su postre preferido, el entusiasmo no resulta, el sabor se siente diferente, y no hay satisfacción sino más bien indigestión. Ahora en otra escena en que pasan 15 días de enfermedad, solo té y 2 galletas, y al recuperarse llega ese postre preferido que sí logrará placer, sorpresa, bienestar y un cambio anímico importante. Aquí con este ejemplo intento describir la importancia que tiene la aparición de la madre y el alimento que ella le da a su bebé justamente en un estado de urgencia orgánica y emocional. Así se logra una experiencia de placer que salva al niño de la experiencia de urgencia, malestar límite, es decir del dolor físico y psíquico (vivencia de dolor). Estas experiencias dejan una huella de memoria en el aparato psíquico y darán inicio a la construcción de la subjetividad.
Si las experiencias dolorosas no logran ser resueltas por el ambiente familiar, comenzarán a prolongarse dejando estados de vacío que pueden llegar a estar toda la vida del sujeto tal como se ve en las patologías graves. Si en cambio este estado de urgencia subjetiva y dolorosa logra resolverse en los procesos de crianza veremos personas con mejor capacidad para resolver los estados de angustia que impone la vida y tener una visión creadora en su existencia y en los vínculos.

Ahora bien, ¿qué relación tiene lo mencionado con la alimentación? Ahí vamos, con lo mencionado antes afirmamos que el alimento siempre tendrá una carga afectiva. Si han quedado dificultades afectivas mucho más serán las marcas en el alimento como se ve en las patologías alimentarias, pero aún sin llegar a patologías todos tenemos experiencia de comer de más o de menos ante estados de ansiedad, angustia, alegría y demás. ¿Por qué? Porque ante situaciones que nos movilizan una parte del psiquismo confunde las emociones con el hambre. Así, el alimento es un comodín que responde a todas las preguntas, por ejemplo, ¿qué me pasa?, ¿cómo resuelvo el miedo?, ¿la inseguridad laboral? Las angustias en las crianzas de los hijos, los vínculos de pareja, la soledad, el abandono, la impotencia… es decir, el alimento puede ser un comodín que intenta alejarnos de las situaciones que nos resultan dolorosas. Pensemos que un comodín es usado en el juego de cartas para sustituir alguna carta para que nos ayude a ganar y así resolvemos la jugada con esta ayuda. Así cuando comemos de más y nuestra salud se ve afectada es que no estamos logrando poner en palabras algo que nos sucede. Se genera una descarga directa que va al cuerpo dándonos un placer que dura poco pero el nivel de angustia aumenta y la cantidad del alimento también.
Tendrá una particularidad el hablar de alteraciones en la alimentación en niños, en adolescentes, en adultos y en mayores, pero todos intentan resolver un estado doloroso que ha quedado a la espera de transformarlo en otra cosa más saludable mental y físicamente.

La adicción no está determinada por el objeto en sí (aunque tendremos más posibilidades de excesos de alcohol que de verduras), la adicción está dada por un mecanismo psíquico anterior al alcohol, y genera las condiciones para no curarse totalmente de las adicciones. Entonces, una cuestión es la patología adictiva y otra la conducta adictiva pero que no llega a tal grado de tomar toda la vida de la persona.

Pensar lo adictivo cual sea su objeto es considerar la fijeza, es decir suelen darse formas estereotipadas, repetitivas, con poca variedad y en un intento de lograr una gran  satisfacción y también la esperada calma luego del gran banquete. De este modo, ¿una parte de mí cree que llenar mi estómago es llenar mi alma? ¡Sí, así es! ¡Parece que pensamos con la boca! Así se sintió en los inicios de la vida cuando peligraba la vida del bebé, pero luego a medida que su yo esté fortalecido podrá esperar y de este modo lograr la noción de tiempo. Ya no se trata de urgencias, ¡ya!, sino que puedo esperar y no moriré. Podré saborear pero con tiempo y disfrutar con límites que me cuiden. ¿Recuerdan la famosa canción de María Elena Walsh?, la que cantaba sobre las tazas y teteras que con largas y curiosas historias hacían fantasear sobre la hora del té. No se trata solo de comer sino de hablar de la mesa de té para decir con metáforas otras cosas.

Recuerdo una pequeña niña de 5 años que al iniciarse la pandemia y con aislamiento mediante (traumático para muchos) generó un estado de voracidad como consecuencia del estado de angustia, alerta y muerte que ella percibe del ambiente familiar. Comienza a demandar de modo repetido e insistente chocolate, y sus padres acuden a cumplir el concreto pedido que fue llevando a un aumento notable de peso. No se logra saborear si se necesita cada vez más y más. Tampoco calma la angustia de un niño llenarlo de golosinas. De esta manera y a la distancia le envié un libro muy grande de recetas con chocolate que además tenía unas fotos muy graciosas con niños jugando. Esto último no es un detalle menor ya que una niña escolarizada extrañaba a sus amigos y primos. Se recomendó a esta familia que jugaran a cocinar, que usaran delantal, cacerolas , moldes y armaran historias para llenar el alma.
Así, la elaboración que permite el juego brindó a la niña construir desde la ansiedad un puente, una escena de pensamiento que permitió conectar su angustia con un juego que brindaba soluciones (en un momento de caos) en una gran pastelería donde los clientes pedían con urgencia un chocolate que los salvara del Covid. 
La consecuencia fue que bajó la angustia porque pudo ponerla en una hermosa historia fantaseada y de este modo frenó el estado angustiante de una voracidad sin fin. 

Entonces, les escribo la receta:
Nutrirse muy bien de cantidades necesarias de alimentos, de amor, de amigos y de una actividad que los apasione. A fuego lento y servir con una rica canción.


Profesional entrevistada: Lic. en Psicología Natalia Mendonça.
Entrevistadora: Bioq. Laura Chiavetta.

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Comentarios

Unknown dijo…
Muy buena la nota, incluso oportuna en este momento de mi vida. Tengo una lucha constante con mi sobrepeso, aún después de haber pasado por una cirugía bariátrica, sigo sufriendo de esta ansiedad que se apacigua con la comida o el alcohol.
Mi pregunta es cual es la diferencia, y como se sabe? que estamos delante de una conducta adictiva o una cuestión patológica.
Se puede tratar?
Muchas gracias!!
El sobrepeso debe ser tratado de modo interdisciplinario. No es desde la insistencia de una dieta únicamente ya que podría encubrir un estado depresivo. Cuanto más gravedad de ese sufrimiento más áreas de la vida personal afecta. Lic Natalia Mendonça
Anónimo dijo…
Excelente nota, la relación del buen alimento, ese que se entrega al niño en cada intercambio amoroso, o ese que se restringe cuando suceden conflictos que los adultos no logran resolver satisfactoriamente. El alimento bueno, el alimento malo.
Así es! Y dejará una huella imborrable en la constitución psíquica de cada sujeto.
Anto dijo…
Me encantó!
Pensaba que en torno a la comida hay constructos sociales que evocan la comunión, la familia, el encuentro, y que muchas veces, diferentes enfermedades, o limitaciones que atañen a determinados alimentos, nos pueden dejar por fuera de ellas. Qué importante pensar qué significa cada uno en el alimento, para poder ‘digerirlo’, y transformarlo en algo que nos nutra.
Mirta dijo…
Excelente artículo. Innegable la asociación amor-alimento.

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